Capítulo 1- Historias que recordar.
Se podría decir que han
pasado muchos años desde la última vez que le volví a ver en su total
resplandor –suspiró- también hacía muchos años que nuestras tierras descansaban
en paz, pero cuando nos invadieron, –se estremeció mientras recordaba las horribles
imágenes de su tierra destruida- antes de que tú nacieras pequeño
salvajillo, todo empezó a desmoronarse,
la serenidad y la calma que reinaban en estas tierras se desvanecieron, al
igual que la serenidad y paz de tu padre.
Drean escuchaba atentamente
las historias que su tío le contaba cada noche para dormir. Cada noche era un
capítulo nuevo que iba descubriendo de la historia de la tierra de donde
procedían ellos, aun que, por culpa de aquellos invasores, los cuales su tío
nunca le había explicado que especie era o de dónde provenían, ellos se
tuvieron que mudar a las tierras de Surthtral, que se hallaban a muchos
kilómetros de Glemar, la ciudad de los ángeles, su ciudad.
-¿Tío Stak…algún día me
dirás quién es mi padre? Siempre me cuentas historias sobre como perdió la
calma y la serenidad…pero nunca me has contado que fue de él después de la
guerra con aquellos invasores –Drean solía hacerle preguntas así a su tío, y
siempre iban seguidas de una explicación razonable que hiciera dudar a Stak para
que le contara cosas de su padre, pero éste sabía cómo actuar para hacer que
Drean quedara satisfecho sin tener que revelarle nada sobre su padre.
-Dreanalen Stroml, por
favor, deja que tu imaginación vuele y piensa que pudo pasar, sino la historia
perdería todo el suspense, y eso no queremos que pase, ¿Qué te contaría yo cada
noche para entretenerte entonces? –Empezó a decir Stak con voz melodramática,
consiguiendo que Drean se riera y se marchara a su habitación a dormir.
(***)
-Mastnealen Stak,
diríjase a la sala del director Freanealen por favor.
La secretaria del gran
jefazo llamó a Satk, con esa vocecilla que solía poner para intentar asustar a
aquellos que tenían que hablar seriamente con el Sr. Freanealen.
-¿Quería verme señor? –
Dijo Stak, mirando fijamente el respaldo de la silla donde, supuestamente,
debería estar sentado el jefazo.
Estuvo esperando unos
minutos, hasta que la silla se giró lentamente, el Sr. Freanealen miró a Stak
con cara de preocupación y le ofreció asiento. Éste, rechazó la propuesta de
sentarse, prefería estar de pie, donde no sentía oprimidas sus majestuosas
alas, alas que antaño pertenecieron a un ángel guardián y uno de los
componentes del gran gremio de Glemar, dónde se decidían los actos más
importantes y beneficiaros hacia sus tierras y a las que les rodeaban,
componente del gremio que un día fue respetado por todo el universo y que hoy,
no era más que un triste recuerdo, o una triste imagen borrosa que yace en el
olvido.
-Mastenealen…le he
llamado por que ya están aquí. No podemos retenerlos más. Y usted sabe mejor
que nadie que le necesitamos a él, no puede alejarle más de su pasado, tiene
que enseñarle como pelear, a utilizar sus poderes, ellos le están buscando, y
sabe que si lo encuentran todo estará perdido.
(***)
Glemar relucía de una
manera espectacular aquella noche, toda la ciudad estaba iluminada por luces
gigantescas y todos los ángeles salían a las calles a celebrar que los demonios
habían sido devueltos al lugar a donde pertenecen y que la puerta que comunicaba
el submundo con alguna de las ciudades exteriores había sido destruida.
Stak se hallaba en una
gran sala, junto a cinco ángeles más, estaban reunidos los seis ángeles
guardianes, los ángeles más poderosos de todo Glemar, y probablemente, del
mundo entero.
-Stak, ya hace dos años
desde que la puerta fue cerrada, y sabes que hemos utilizado todo nuestro poder
para comunicarnos con los ángeles que sufrieron las consecuencias de aquella
devastadora guerra. – Urnaialen, uno de los ángeles del congreso, la más “vieja”
aun que ella prefería que le dijeran que era joven de espíritu a joven de
apariencia.
-Pero no habéis podido
contactar con él.-Dijo Stak, con un toque severo en la mirada.
Urnaialen entornó los
ojos, pudo notar el dolor que había en el alma de Stak, pero no quiso hurgar
más en la herida y se dirigió a los demás ángeles, intentado no parecer
interesada en el dolor que había dentro de su amigo, tiempo atrás enamorado.